This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mi casa es un cementerio habitado por espejos.



He leído más libros de poesía mirando una décima de segundo sus ojos que en diecisiete años vagando entre librerías.
He escuchado de su boca más recitales de los que jamás se llegarán a pronunciar en todos los bares de mala muerte. 
He bailado más tangos en sus manos de los que nunca se bailarán en Buenos Aires.
Y me he perdido más veces en sus lunares que en todas las miradas  de Gran Vía.

He vivido a la sombra de un tatuaje.
Así, como lo oyes.
Uno o varios, depende si sólo contamos los de la piel.
Depende.
Depende de muchas cosas.


S

lunes, 29 de diciembre de 2014


Llevo diecisiete años en esto
y sólo he aprendido a llorar.
Necesito un par de alas
para así no querer volar. 


Ahora, el frío es el único que la arropa.

Podría deciros que tengo un amigo en urbanismo al que la codicia corrompió y desde entonces pasa la Nochebuena bajo llave, o que uno que iba conmigo bebió para matar sus penas y termino matando a una familia a la que aún no conocía, y a la que ya no conocerá. Y aunque no sea verdad, podríais llegar a entenderlo.

Pero si os digo que tengo una amiga mendiga que nada tiene y pese a eso tiene mucho más de lo que llegaréis a tener vosotros me miráis con la misma incredulidad que si cuando os cuento que a mis diecisiete años cambiaría todas las noches de fiesta por recitales de poesía.

Así que prefiero no deciros nada, no vaya a ser que me conozcáis mejor.


La miré a los ojos y vi 

todos los fantasmas que escondían sus arrugas.
Fantasmas de reproches
a uno mismo.
Fantasmas de besos que nunca dio, 
de palabras que nunca dijo, 
y que desde entonces se habían acumulado ahí
a la izquierda del dolor 
y a la derecha de la melancolía.

Sólo su pelo cano fue testigo de su gloria.
Poco le queda ya
es otro daño colateral del hambre.
Del miedo.

Pasa sus días a ras del suelo
con el temor que provoca
no saber si cenarás
si mañana aún vivirás.
Pasa sus días a ras del suelo
ella que conoció (y sufrió) el éxito.
Ahora, el frío es el único que la arropa.


S.

domingo, 21 de diciembre de 2014

John Green creó un juego para una de sus novelas: "Mejor y peor día"
Consistía en que cada uno de los personajes, una de las noches que pasaron acampando en medio de ninguna parte, debía contar el mejor día y también el peor de su vida. Y así cada uno de los que esa noche vislumbró el amanecer abría su corazón, y sus recuerdos, a quienes a partir de entonces serían su familia, o a los que ya lo eran. 
Me hizo reflexionar. Sé que era época de exámenes y si no tenía tiempo para respirar aún no sé de donde lo saqué para pensar. Pero lo hice. Y que mal. Creo.

-El día más feliz de mi vida- me repetí una infinidad de veces. El día más feliz de mi vida no ha llegado aún, o eso espero. Y no es mérito mio llegar a esa conclusión, ya lo hizo uno de los personajes. Pero me niego a creer que nunca seré más feliz de lo que ya lo he sido. Por eso cambié la pregunta.
-El día más feliz en lo que llevas de vida- Ahora sí. 
No es la primera vez que me enfrentaba a buscarle una respuesta. De pequeña solía preguntarle a todos los adultos cual había sido. Siempre me ha gustado preguntar. Y nunca responder. Sigo sin hacerlo. Pero eso ya te lo contaré algún día.

El día más feliz de mi vida fue el 24 de diciembre del 2001. Era una cría de apenas cuatro años. Todos mis amigos tenían hobbys propios de niños de la edad, pero yo siempre he sido una niña rara, puede que demasiado, y me encantaba esconderme y que la gente hiciera que me buscaba (en ocasiones terminaban buscándome de verdad pero no era muy buena en este juego y siempre me pillaban con facilidad). Cómo habrás observado era Nochebuena. Mi abuela estaba en la cocina atareada en su día de mayor esplendor. Una mujer que siempre había vivido a la sombra de un marido autoritario y estricto, era el día que todos le reconocían su maravillosa labor en la cocina. Era su día. 
Era la hora de que empezaran a llegar el resto de la familia, y me escondí debajo de la mesa, de tal manera que cuando llegaran les asustaría con un "buuuuuu". Qué ingenua. Lo recuerdo como si fuera ayer.
Cuando oí la cerradura girar ya estaba en posición, lista para asustar en cuanto pasaran por delante, pero en ese momento se me cayó un diente. No era el primer diente que se me caía, ni el segundo. Eso también es una historia digna de contar pero deberás ser paciente.
Me quedé paralizada. Salí corriendo y arruiné por completo mi más que planeado susto, pero esto era más importante. ¡Un diente menos!.
No recuerdo el resto de la noche. Pero sí que al despertar encima de la cama había un regalo sin abrir. Lo primero que pensé es que a la repipi estúpida de mi prima mayor  se le había olvidado abrirlo. Y cuando mi madre entró por la puerta se lo conté. Y me contestó - ¿A ti no se te cayó ayer un diente? A lo mejor es del ratoncito Pérez- Y grité de emoción tan fuerte como un mico puede hacerlo.
Es un poco triste y debería actualizarlo. Sé que he sido y seré mucho más feliz que el día que vino Papa Nöel y el ratoncito Pérez a la vez, pero mi infancia se basó en imaginarme que a lo mejor se habían echo amigos gracias a mí, y no creo que haya nada más tierno para una niña como la que fui. La que en parte sigo siendo. 



Pero si tantas veces he venido aquí a desahogarme contigo es porque crecí, y ni Papa Nöel ni el ratoncito vinieron de verdad. Y tuve que dejar de soñar, y dejé de pintar, y de vivir pienso a veces. El día más feliz de nuestra vida dice mucho de nosotros, pero el más triste lo dice todo. 
Sé que el peor aún no ha llegado. Y con lo que he sufrido hasta el día de hoy puedo asegurarte que es injusto, pero es así. Se llama vida. Llegará un día tan terrible que desearé repetir todos los días malos pero borrar ese de la historia. Y no se podrá. Nunca se puede.
Hasta el día de hoy, tengo un cupo importante de días que no viviría otra vez. Pero no se nos permite elegir, solo tirar para adelante. Y mucho es.
No recuerdo el día, ni que sucedió, o que llevaba tiempo sucediendo. Pero sí recuerdo como me sentí.
De pequeña vi incontables veces Mujercitas, y cuando la más pequeña de las hermanas se cae al agua congelada porque se rompe el hielo, ya sé lo que sintió. Ya se lo que es no poder respirar, sentir que el frío te congela la sangre y no te llega a la cabeza, ni a los pulmones, que ya no sé ni si estaban en su sitio. Querer respirar y no encontrar tu nariz. Querer gritar y no encontrar tu garganta. Querer correr y que tus piernas se nieguen a moverse y te dejen ahí tirada, ahogándote en oxígeno. Creer que no hay nada más, y no querer que lo haya.



Todo pasa y todo queda, o eso dicen. 

domingo, 14 de diciembre de 2014

Definición de amor incondicional.




Te quiero.

Y te quiero lo suficiente como para no retenerte
como para dejarte marchar.
Te quiero
y te quiero libre.
Auténtico.
Sin condiciones
sin peros ni limitaciones.
Te quiero por encima de todas las cosas
que no son cosas
y por encima de cualquier obstáculo.
Te quiero
y no quiero que seas mío
ni para mí, ni mucho menos conmigo.
Quiero que seas
y eso, para mí,
es más que suficiente.

domingo, 30 de noviembre de 2014


Es treinta de noviembre.No quería hablar de este día. No podía hablar de este día.
Pero siempre me quedará escribir.
 Hoy no hay flores. No hay manifestaciones. No hay discursos políticos ni lágrimas en las mejillas. Hoy nadie se acuerda de nosotros. No tenemos cáncer, y muchas veces lo habríamos preferido. No. No somos una mujer maltratada, ni el recuerdo de una masacre. Nadie sale a defender nuestro derecho a la vida ni rezan por nosotros en la misa de navidad. Somos la incomprensión hecha personas. Somos el miedo personificado. Y nadie se acuerda de nosotros, transeúntes mendigando vuestras palabras, vuestras caricias. 
Hoy es treinta de noviembre. Día internacional de los trastornos de la alimentación. Sólo oír esa palabra me dan ganas de vomitar. Que ironía.
Debería llamarse el Día Internacional de la falta de cariño, de la falta de sueños, del frío. Debería llamarse de tantas formas que grito desde el balcón por los que aún no tienen voz. Grito para celebrar que yo he recuperado la mía. Grito para callar las voces que nos atormentan a más de uno, que me dicen: "Cuando seas bonita, te querrán, te querrás. Cuando seas delgada seras bonita. Cuando seas delgada te querrán, te querrás."


Yo he sido delgada. Muy delgada. Y no. No era bonita. No me querían. No me quería. Fui lo que siempre había soñado con ser y, pese a eso, cerraba los ojos para lavarme los dientes. No podía ver mi reflejo sin llorar. Ojalá nunca sepas lo que es darse asco a uno mismo. 

Todos los espejos de mi casa se taparon, y olvide lo que era reír. Y mírame ahora, que jodidamente preciosa soy. Mira mis ojos y háblame de la vida que desprenden. No siempre estuvo ahí.

Anoche le agarre la mano a un mendigo y sentí su frío. Me acordé tanto del mío. De los días que creí que me moría.

Pero también recordé las veces que he vuelto a nacer. Los besos que he dado. El amor que he recibido y sobre todo, lo que he aprendido. Hoy. Hoy quería dar gracias a la vida por los obstáculos que me ha puesto. Perdón por cagarme tanto en ti. Hoy veo que me has hecho mejor, más fuerte, más viva.

Anoche hacía frío, y Germán, en el mismo banco donde duerme, me hablaba de batallas que no había vivido y yo le hablo de las que, por suerte, sí he luchado. Le hablo, de que no cambiaría ni una cosa de las que he vivido. Son las que me han llevado a ser lo que soy. Y me encanta.

A Germán. A los que aún sufren. A los que todavía creen que la anorexia es un juego de superficiales. A los que están en un pozo y no ven la salida. A los que, desde arriba, les tiran cuerdas. A todos. A mí.




sábado, 22 de noviembre de 2014

Gracias.


Recibí una carta anónima                                                          y no os creáis
una vez                                                                                   no era fácil hacerme feliz entonces.
hace mucho
ayer mismo.                                                                           Sus palabras sirvieron de candil
                                                                                               en la más profunda oscuridad                                                                                                                                      la que yo albergaba dentro.
Y ha sido un lema                                                              
por el que despertar cada mañana,                                        Una leve chispa, un atisbo de luz
un aroma en cada esquina,                                                    en un túnel que no solo no tenía salida,
que, como tu canción preferida                                             tampoco entrada.
nunca te abandona.                                                            
                                                                                             Llevo queriendo conocer
La primera vez                                                                       a quien me convirtió en flor
(y seguramente la última)                                                      y me ayudó a florecer
que me quisieron como musa                                                  en  un prado sepultado bajo varias capas
pintaron una primavera                                                          del mismo frío invernal
sobre el más frío invierno.                                                       que pronto regresará.
                                                                                             Pero ya no a mí.
Y no podéis hablar de poesía
y obviarle a él, o a ella, o a quien quiera                               Algún día descubriré a quien era,
que supiera hacerme feliz                                                      quien habrá sido siempre.
con apenas unas cuantas palabras.                                         quien me rompió
                                                                                            como si aún pudiera romperme mas
                                                                                            y me curó
                                                                                            como si aún pudiera salvarme.


       

viernes, 31 de octubre de 2014

Un sueño menos por cumplir, pero aún quedan muchos. Muchísimos.


Y que sea yo, precisamente yo, el que haga que que te sientas preciosa, no es un éxito mío, si no un fracaso del resto.





Esta mañana, cuando el reloj marcaba las 10:41
el metro estaba a rebosar.
A rebosar de todo,
menos de personas.
A rebosar de personas,
menos de ti.

Justo en frente,
 mirando el cristal 
como quien ve el sol por vez primera,
una chica joven, menuda y feliz. 
Tan feliz 
que creo que su sonrisa sería suficiente 
para poner en funcionamiento el metro,
 y el mundo. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Long way down.





Esto es una dedicatoria
a todas las cosas
que nunca he dicho
a todas las personas
que nunca he conocido
en todos los lugares
que nunca he ido.
A la persona
que nunca he sido.

sábado, 18 de octubre de 2014

Aphorism


"He sabido quererme y odiarme hasta el punto de no querer volver a verme"
"Me rocías con alcohol, me prendes fuego y ahora esperas que no arda."
"A veces escribo para borrar."
"Octubre es el décimo mes, un diez a las hojas que caen, al café que de nuevo echa humo y a un curso que avanza dejando atrás los comienzos."
"Yo tendría que haber nacido lluvia."
"Te recordarán cada vez que pisaste el acelerador porque no llegabas y cada frenazo porque no estabas preparado para llegar."
"Lo nuestro tiene que acabar ya. No es por ti, es por mí, tristeza. "











"De mayor voy a ser la oportunidad más grande que habréis perdido."
"El que vive en la eternidad no sufre de nostalgia.
No cerréis la puerta a los Lunes, lo mismo alguien viene para quedarse y arreglarnos todos los portazos que nos ha dado la vida."
"Eres mi mejor invierno."
"El día que me volví vacío para contener tus ecos."
"La banda sonora de nuestra vida, es el silencio."


lunes, 29 de septiembre de 2014

Un veinticinco de septiembre como otro cualquiera.

Para ti de mí:

Ella se mira al espejo
y ve un precipicio en el vicio inconfesable de odiar su físico.
Siente que su pecho va a estallar, que todo su mundo va a estallar.
Tiene un grito atrapado en la garganta que no le deja gritar,
una mirada preciosa en los ojos que oculta
debajo de una mentira que le ha echo creer esta sociedad.
Nadie la entiende, solo quier mirarse y no ver el desastre hecho cuerpo.
Quiere ser la artista, la musa, la excusa de alguien para retratarla en un lienzo.


Y empiezan a fallarle las fuerzas.
Piensa que no es una niña valiente
porque su cabeza solo le miente.
Ella no sabe que su risa es mi música preferida
que sus ojos son como dos soles
y que vendería mi pecho por volver a verla como antes.

Quiero recuperar esa niña que regalaba abrazos
que no era retazos
de lo que esta sociedad nos ha querido vender.
Esa niña con su risa risueña que soñaba con volar y que jugaba a ser princesa.
Esa niña tan joven y tan bonita, joder, ¿cuantísima primavera llevas dentro?
¿qué hay que hacer para cerrarte los ojos y que te veas por dentro?

Y te olvides del mundo, de las personas que te llevaron a esta sepultura.
Dime, dime que hay que hacer para terminar con esta mierda que te está consumiendo.
Cielo, ya sabes que yo nunca miento
y sólo un imbécil no te miraría como una flor,
floreciendo.
Fuiste tú, y serás siempre, la flor más bonita.

Para todos aquellos que son poesía sin saberlo. Para tí.

Quiérete que si pudiera ya lo hacía yo.
F.G.



domingo, 28 de septiembre de 2014

No sabemos ser felices
y ese es nuestro gran problema.

Hemos pasado tanto tiempo
estando, que no siendo, tristes
que cuando acariciamos el éxtasis
con las yemas de los dedos
rompemos a llorar
porque es a lo que nos hemos acostumbrado.
A llorar.

No sabemos ser felices
y ese es nuestro gran problema.

Porque confundimos
amor y distancia
olvido y deseo
caricias y puñales.

Y qué culpa vamos a tener nosotros
que hicimos lo mejor que pudimos
con lo poco que tuvimos.
Que nos curamos las heridas
sin saber de medicina.
Saturando.
Desangrando.
Y cosiendo con los mismos alambres
con los que una vez construimos la vaya
entorno a nuestros corazones.

Por miedo.
Ingenuos.
Insensatos.

S.

sábado, 27 de septiembre de 2014

En un bar de cuyo nombre no quiero acordarme.

Deberíais haberle visto.
Con ese sombrero tan peculiar y esa sonrisa
de las que ni con mil palabras bastarían
para que entendierais cuanto salva.
Como sus palabras.

Se me acercó con cara de
¿por qué una chica así aquí?
Desentonando. Como siempre.
Tan yo.
Aún me pregunto si fue el té o si fue él
pero mi fiebre y mi tristeza se marchitaron
como las hojas del otoño que acaba de empezar,
las hojas que no hemos escrito aún.
Las del calendario.

Me tembló la voz
y las manos
y el cuerpo entero.
Por temblar me temblaban hasta los suspiros
y si hubiese sido capaz de llorar
os prometo que también habrían temblado mis lágrimas.

Pero solo fui capaz de sonreír.
Como hacemos todos
a veces, a bocas.



S.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Me creí tus "incondicionales".

Hablan de caretas y no se dan cuenta que no la hay mejor que la que nunca se despega. Que lo suyo son cutres antifaces en comparación, y que el mejor mago no es el más magia hace, sino el que mejor te engaña.
Y si de engaños se tratase, no habría premio para reconocer el trabajo de diecisiete años interpretando un personaje al que llegué a confundir conmigo. Y me perdí, como bien sabéis, porque no encontraba la diferencia entre quién era y por quién había tratado de hacerme pasar. Pero a estas alturas, y con tantos (d)años a mi espalda, puedo decir firmemente, mirando a los ojos al miedo a la decepción, que no os merecéis llegar a conocerme. Y no porque valga mucho, sino porque vosotros no valéis nada. Porque el daño injustificado no solo me ha destrozado, me ha reforzado.  Me ha echo comprender que nada os debo, pues nada me distéis. Esta carta no es un reproche, es un alivio. Un adiós a mis cadenas que me impedían volar. Y no es que yo pueda volar muy alto, pero vosotros no creíais que pudiera siquiera alzar el vuelo.

S.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Todo lo que sé es que es pasó y nunca va a volver, para que podamos ir a dormir, por fin.

and i can begin to forgive you for admitting the hoax instead of learning to hate you for very minute you don’t because i sit here wondering if anything you said was true and who it was that taught you to speak bullets without considering the exit wound
 tell me who 




Jamás comprenderé porqué nadie escribe nunca sobre las personas que dan pánico. Ese pánico que te hiela la sangre, te corta la respiración, que duele como si de mil cristales clavándose en tu estómago se tratase. Que abre tus pupilas hasta límites insospechados y cierra tu garganta, o la hace desaparecer, eso aún no lo sé muy bien.
Y solo tienes ganas de romper a llorar. Gritar y llorar de terror, de un miedo que no existe, que no se puede palpar, y pese a eso, ahí esta, a unos pocos centímetros de ti, como un payaso de maquillaje corrido, como todas esas mariposas de las que nunca me fié.
Aún estoy aterrada, mis manos tiemblan y no conozco mayor pavor que el de no saber que responder. Que el de intentar hablar sin voz, una y otra vez, y gritar tan fuerte que se me rompan los tímpanos y no saber si sigo gritando o si ya me callé, o me callaron, o me callaste. Porque resulta que a veces no sé si no consigo gritar o no consigo hacerme oír. (Ni siquiera pretendo hacerme escuchar, de eso hace mucho que me dí por vencida).

martes, 16 de septiembre de 2014

La última vez que el atlético de Madrid y el Olympiacos se enfrentaron mi abuelo aun vivía. Recuerdo aquel día como si de ayer se tratase, y no dehace mas de seis años.

Llevaba mi conjunto preferido y esperábamos en el andén a que el tren se dignase a venir. No serías el primero en preguntarme por qué tan extrema admiración la mía a un simple medio de transporte. Pero los días mas felices de mi vida, de una u otra manera, podrían resumirse a ellos. (¿Coincidencia? Puede.)

Hacía días que teníamos las entradas y que yo esperaba ansiosa el partido. El calderón rugió con la salida de los jugadores y yo, en mi segunda vez ahí, comprendí por qué eramos de aquel equipo. Apenas un par de minutos y habíamos metido el primer gol. Recuerdo como gritaba mi abuelo, la manera en la que le brillaban los ojos, vivos. Si solo por un instante pudiera volver hay tantas cosas que haría, que diría... Tantas que, paradójicamente, podrían resumirse en un abrazo.

Hoy, el marcador no ha estado de nuestra parte, y en estos seis años, la vida tampoco.
Hoy vuelven a enfrentarse los dos equipos, pero mi abuelo y no está aquí, y la Sophie de hace seis años, tampoco.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Me creo poeta
porque escribo en versos cortos
y no por poder ver tras la careta
que esconde a tus ojos.

Y no me tiembla la voz al decir
que si por mí fuera 
jamás volvería a huir. 
























Te entiendo. No creo que existan dos palabras tan perfectas y a la vez tan mentirosas. Me recuerdan tanto a tí.




¿Conocería él  los deja vú? Supongo que sí, pero ella no llegaría a saberlo. Había pasado bastante tiempo desde que aquel frío invierno encendió la chispa en su pequeño  corazón apagado. Ya casi lo había olvidado, hasta que se subió a ese sucio bus y encontró esa marchita rosa blanca. En aquel segundo las lagunas de su mente desaparecieron.No pudo evitar cojerla, olerla, volver a emocionarse. Recordó como, juntos, abrazados, habían encontrado una parecida en un oscuro callejón, solo que esa estaba intacta. Él la cojió, la sonrió y se la dio, y así caminaron durante horas. Pensando en de donde vendría esa rosa, que historias guardaría, que besos habría visto, de quienes, cuantas lágrimas habría causado, habrían sido de felicidad o tal vez no.. No tengo derecho a opinar, porque no estuve ahí, pero diría que el día de ella se podría resumir en una suma interminable de autobuses, donde todos la miraban, tratando de entender de donde venía aquella sonrisa que tanto tenía escondido. Puede que se hicieran una idea al ver la rosa, o puede que no, quien sabe. Lo que sé, es que ella no podía llegar a casa con la rosa, no podía, y ¿cuál era la mejor manera de deshacerse de ella?. Tuvo mucho tiempo para pensarlo, muchas horas y, es probable que si no hubiera estado tan sumida en aquellos pensamientos, habría visto como la miraba el chico que tenía al detrás, era guapo, nadie podría habérmelo negado. Finalmente decidió dejarla en el asiento, bajarse y que, ojalá, significara tanto para otra persona como había significado para ella. Así que así lo hizo, esperó a que la puerta se abriera y se bajó, y fue entonces cuando escuchó aquella voz por primera vez, se giró y se quitó los auriculares. "Perdona, se te olvidaba" le decía el chico con una sonrisa y la rosa en la mano. Ella sonrió y pronunció gracias con los labios. Era una sonrisa extraña, guardaba demasiados sentimientos. Así que dejó la rosa encima de la basura que tenía mas a mano, esperando recordar todo eso cada vez que pasara por ahí. 

Si algún día encuentras una rosa, sea donde sea, puede que fuera la suya. No lo sabremos, pero te aseguro que habrá significado algo para alguien. 
 
S.


miércoles, 6 de agosto de 2014

Gracias por las palabras bonitas y por las feas, por el no querer que te escriba aunque estas palabras tengan un aire a ti.



Siempre creí en aquello que decían, que una imagen vale más que mil palabras. Que me fíe de quién hace y no de quién dice. Pero a estas alturas de la vida, y con tantos libros de poesía sobre la mesita de noche no puedo hacer otra cosa que discrepar y luchar por que las palabras tengan para vosotros (ojalá) una milésima parte del significado que tienen para mí. 
  • Toska. Nobokov  lo describe mejor que nadie: “Ninguna palabra traduce todas las facetas de toska. En su sentido más profundo y doloroso, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin una causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. En algunos casos podría ser el deseo por algo o por alguien en particular, la nostalgia, una pena de amor. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento.
  • Mamihlapinatapei (lengua indígena de Tierra del Fuego, Argentina) – “Es la mirada cargada de signficado que comparten dos personas que desean iniciar algo, pero que son reacias a dar el primer paso para comenzar.”
  • Ilhunga (sudoeste del Congo) – Palabra famosa por su intraducibilidad, la mayoría de los traductores la definen como la altura moral de una persona “que está lista para perdonar y olvidar una primera ofensa, tolerarla una segunda vez, pero nunca perdonar ni tolerar una tercera ofensa”.
  • L’appel du vide "La necesidad urgente de saltar desde lugares altos."
  • Ya’aburnee Árabe – Mórbida y bella al mismo tiempo, esta palabra significa “tú me entierras”, y alude al deseo de que uno se muera antes que su interlocutor, para no tener que sobrellevar su dolorosa ausencia.
  •  Saudade  Es una de las palabras más hemosas del mundo. Originaria del portugués, fue incorporada a la lengua castellana y signfica “soledad, nostalgia, añoranza”, aunque el sonido y la textura de saudade expresan esos sentimientos mejor que ninguna otra palabra.

sábado, 26 de julio de 2014

No es sobre lo que merezco, sino sobre lo que necesito.

El reloj marcaba las 10:55, que en verano, significaba que aún no era noche cerrada.
Acababa de perder más autobuses de los que jamás había visto pasar por las no muy transitadas calles de la ciudad. Era sábado. 
10:56, y en un suspiro se escapó toda la (poca) paciencia que aún tenía. Y me harté de esa acera, de el gato que deambulaba cerca, y de los papeles que ofertaban no se qué promoción única y limitada.
Me levanté y agarrando lo poco que llevaba, crucé la calle de la única manera en la que se debería cruzar una calle, en rojo. En esas situaciones en las que esta rojo para los peatones, pero también para los conductores y no entiendes a quién diablos se le permite pasar. Entonces. 
Crucé, y en una plaza no muy lejana descubrí una (un poco cutre) feria del libro, a lo pueblerino. Apenas un par de casetas con libros ordenados de A a Z, por tema, por autor e incluso por año. 
Si me conocieras, sabrías de sobra que cuanto más antiguo, más mio. 
Y como siempre, uno de los libros destacó por encima de los demás, puede que solo para mí. En la cubierta, un joven moreno con sombrero, una imagen desgastada, un título y un nombre. "Metamorfosis"- Franz Kafka decía. Recordé la feliz tarde de invierno que pasé en la casa del escritor del que apenas sabía nada, y que, tras leer la contraportada del libro hizo que me arrepintiese por completo de no haberle prestado atención a nuestra guía, que la pobre hablaba más bien a las estatuas que se encuentran en la entrada de la casa-museo, que al grupo de adolescentes a quienes acompañaba.
Tres euros y el libro era mio. Tres euros. No pude remediar preguntarme como era posible que una copa de alcohol, esa misma tarde, me hubiese costado el doble. ¿En qué mundo vivimos si el alcohol cuesta más que el arte?. Si invertimos más en matarnos que en salvarnos, pues la literatura salva del mismo modo que las palabras.
Volví a la parada, en la que aún estaban los papeles propagandísticos y el gato, esta vez, jugando con ellos. 
Me senté y comencé a leer la biografía del que hasta el momento era un total desconocido para mí, a excepción de que conocía su nombre y nacionalidad checa. 
Apenas llevaba unas pocas páginas cuando llegó un autobús del que se bajaron un grupo de guiris. 11:13. Típica hora en la que, un sábado de verano como aquél, comienza la noche para la mayoría de extranjeros. Y más de uno me miró con intenciones no diría yo muy éticas, esperando que con un poco de suerte y unos cutres cumplidos, yo cayese rendida por mi falta de cerebro. 
Pero no fue el caso.
Y no por ello pretendo decir que yo fuese mejor que las chicas que se resignan con el primero que las sonríe, ni mucho menos. A lo mejor no merezco nada mejor que eso. Pero  no es sobre lo que merezco sobre lo que esta noche he decidido escribir, sino sobre lo que necesito. 
Necesito personas con quienes debatir si tenía razón Jostein Gaarder, si no somos más que parásitos que habitan la piel de un conejo que sale de la chistera de un mago durante un truco de magia. Personas que sepan darle más importancia a Oskar Pollak que a Kafka, y que sientan más compasión por el Otto Frank que por su hija Anna. Personas que se planteen las cosas, que lean poesía o que no lo hagan, pero que hagan algo.
No quiero pasarme mis días rodeada de gente cuya única ambición es un cuerpo perfecto y su única duda que vestir. Quiero personas que se planteen las cosas, que me contradigan y me hagan grande. 
Como ya he dicho. No sé si merezco a este tipo de personas, pero sé que son lo que necesito. 


miércoles, 23 de julio de 2014

Querida P.



Hoy me has hecho el mejor regalo que podía recibir. La gente ya no escribe cartas a mano, o simplemente, ya no escribe. Ya no siente. 

Nunca podré agradecerte tus palabras, pese a que me has devuelto las mías. Lo mejor (y lo único que tengo para ofrecerte) son palabras. De nuevo. Llevo cuarenta días aparta de ellas, o apartándolas a ellas de mí. Como prefieras verlo. Y no te negaré que las haya echado en falta cada mísero segundo del día, pero necesitaba descubrir quien soy cuando no escribo. Y siento decepcionarte, pero como dice Escandar Algeet: "Yo me a(lié) con la poesía y escri(vivo). 
 Así que te entrego mis primeros párrafos a tí, que tanto me das. 

Sonará un poco patético, pero asumo que cualquiera que invierta su tiempo en leer a alguien como yo, debe serlo también. Pensaba en escribir la segunda parte del libro, porque igual que Hazel se muere por saber de Anna, yo me muero por saber de Peter. Soy de las que presta más atención a las historias secundarias que a las protagonistas, porque es en ellas, en las que el autor firma su sentencia, en las que se delata al lector que busca en cada frase un poco de información. Pues sí, tenía mil ideas en la cabeza sobre como continuar la obra. A ver que te parecen: 

Peter Van Houten, en el otoño del dos mil diecisiete recibe la noticia de que Hazel perdió la batalla contra sigo misma. Como era de esperar. Y tras unos minutos sobrio (algo no muy habitual) se siento en su antigua maquina de escribir. La única cosa que conservaba de su vida al otro largo del charco. Y comienzó a escribir. Fuera de sí (o dentro por primera vez). Escribió su historia. Esa que tuvo un final feliz, porque estaba inacabada. Y la que acabó. Y la que aún no lo ha hecho. Y la que nunca empezó. Escribió día y noche durante semanas. Y fue como si hubiese cambiado el alcohol por palabras, que dejadme que os diga, son igual de adictivas. Escribió sobre su infancia, su familia, su mujer, su pequeña. Escribió sobre la batalla que vivió con su hija, contra su propia hija. Sobre los daños colaterales. Sobre que en su libro olvidó lo más importante de todo. "La nostalgia es un efecto colateral de estar muriéndose". "La depresión es un efecto colateral de estar muriéndose". Pero en ningún momento dijo la verdad más rotunda y aterradora de todas. "Vivir es un efecto colateral de estar muriéndose, pues si vives, te estas muriendo".
Pero para él, ya no existía ninguna diferencia. Cuando alguien es tu vida y se va, ¿Qué vida nos queda?. Hazel Grace si habría sabido contestarle a esa pregunta, pero ya no estaba para hacerlo. De todas formas, no dudó ni por un segundo que su dedicatoria, en la primera página del libro, debía ir dirigida a dos jóvenes que había descubierto la eternidad de lo efímero.   


Aún no se ha que ha venido esto. No estoy contestando a tu carta, pero quería compartirlo contigo. Quiero compartir cosas con muchas personas y solo lo podré hacer despierta. Aunque me ataquen. 
Siento disentir en tu especulación, pero para mí dormir no es evitar que me ataquen. O sí, pero no quién tu crees. Las personas hace mucho que dejaron de darme miedo. Lo creas o no son inofensivas. El tiempo no. 
Despiertos pensamos, y no creo que exista nada más terrible que una cabeza en funcionamiento. Nada más mortífero, y a la vez, más increíble.  Casi tan increíble como lo eres tú, pequeña.

Te lo dije hace tiempo, y te lo repetiré cuantas veces haga falta. 
Hay personas que nos oyen, pero no nos escuchan.
Hay personas que nos leen, pero no nos entienden.
Hay personas que nos miran, pero no nos ven. 


Yo te escucho, te entiendo, y te veo.

Querida Sophie:



Si te soy sincera no veo razón para escribirte una falsa carta el día de tu cumpleaños. podría haberla escrito en cualquier  momento. Pero no, la he tenido que escribir hoy, el día de tu cumpleaños. Supongo que será porque hoy es un día especial, que tontería. Si todos los días cumplimos días. 

Te advierto de antemano que lo que viene a continuación va a ser sin lugar a dudas la peor carta falsa que vas a leer nunca, o siempre, ¿que diferencia hay?

Hay tantas cosas que me gustaría contarte, domo por ejemplo todas esas horas que paso leyendo y releyendo tu blog. Que me inspiras mucho Sofía Morou García, casi de la misma manera en la que Peter Van Houten inspira a Hazel Grace. O no sé, de la misma manera en que encuentro la paz en la lluvia. Pero bueno, esto no va sobre mí, va sobre ti. Que ojalá te dieras cuenta por completo de lo fantástica y única que eres.

Sé que te gusta dormir. Quizás te guste más que la vida. Y es que puede ser que dormir te haga inmune a los ataques. La gente solo puede atacar a los que están despiertos, a los que están con los ojos abiertos, y sí, es que mucha gente prefiere dormir a vivir, aunque sepa que la realidad que está disfrutando es falsa. Y ahora estoy aquí, escribiendo y recapitulando frases sobre la acción de dormir. ¡Qué cosas!

Y Sophie, la vida es bonita, es que Tiene que serlo, me niego rotundamente a que no lo sea. Que te quedan muchos sitios por ver, muchos poemas y libros por leer, gente a la que conocer, historias por vivir. Pero no solo tú, también los demás. 

"El amanecer brilla en sus ojos, que se pierden".

Que los finales felices son historias sin acabar, sí, pero quien sabe, puede que esto sea como Un dolor imperial, que la historia quede inacabada. 

Hay veces que siento que expresar los sentimientos es una gran exageración de jugar con la muerte. Es como Augustus, ¿no?  que se coloca el arma asesina en la boca, pero no le concede el poder de matarlo. Es cantar, pero no tan profundo como para poder desangrarte. ¿Métafora? No, no creo. Y después están esas veces en las que no hay suficientes pulmones para todo el aire que necesitas. Es intentar ahogarte debajo del agua teniendo branquias. Él lo decidió llamar Absolutamente nada, y es que de eso se trata en realidad. 

No espero que entiendas lo que he escrito, para nada. "Pero es que no se sabe que encontrará uno tras de una puerta. Quizás de eso se trate la vida, de girar pomos."

De verdad deseo que seas la persona más feliz del planeta, miento, del universo. Porque te lo mereces Sofía. Y ante todo darte las gracias por todo lo que has hecho por mí, aunque no te hayas dado cuenta. Gracias. 

Con cariño. 
Pilar.

Un año más, un año menos.


Gracias a todos, por este año tan imperfecto. Por un año en  el que hemos aprendido lo que realmente importa.

jueves, 17 de julio de 2014

Si todos los caminos llevan a Roma... ¿Cómo se sale de Roma?


No puedo asegurarte nada, pero te prometo que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida. Porque tu me enseñaste a vivir cada día como el primero del resto de mi vida. Y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

viernes, 13 de junio de 2014

Pensando en ti, como ahora pienso.

He venido a despedirme, como tantas otras veces, de tantas otras cosas. Me he despedido de casi todo lo que he tenido, y de absolutamente todo lo que quise tener. Pero nunca me había despedido de mí.
Os diré que he perdido las ganas de escribir, por miedo a reconocer que me he perdido a mí misma. Otro poco. Otra vez.
Siempre he dicho que las palabras salvan, curan. Pero he tocado fondo. Ya no sé si es cierto o no, pero si sí, ya no quiero que me curen más. No quiero que ellas, ni nadie, me salven.

No sé cuando volveré a escribir, ni si volveré a hacerlo.
No sé cuando volveré a ser feliz, ni si volveré a serlo.

Pero después de estos años no podía despedirme (por un tiempo) sin regalaros algo. Un regalo por la compañía que me hacéis, vosotros, que ni siquiera sé si existís. Ni siquiera sé si me leéis. Pero yo os escribo. Y eso es lo que importa.


Se la dedicó un padre a su hija, y ayer, mi madre a mí. Hoy, yo a vosotros.



Tú no puedes volver atrás 
porque la vida ya te empuja 

como un aullido interminable.

Te sentirás acorralada 
te sentirás perdida o sola

tal vez querrás no haber nacido.

La vida es bella, ya verás 
como a pesar de los pesares 

tendrás amigos, tendrás amor.

Pero yo cuando te hablo a ti 
cuando te escribo estas palabras 

pienso también en otra gente.

Nunca te entregues ni te apartes 
junto al camino, nunca digas 

no puedo más y aquí me quedo.

Perdóname no sé decirte 
nada más pero tú comprende 

que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 

pensando en ti como ahora pienso.
"Palabras para Julia"- J. A. Goytisolo

sábado, 31 de mayo de 2014

Ayer bebí hasta olvidar por qué bebía. Y hasta recordarte. No sé qué es peor.
Bebí para no acordarme que eres para mí, y no mío. Y ojalá todo lo contrario.
La última vez que bebí para olvidarte, acabé olvidando que bebía. A veces el amor se olvida de que existes, y cuando digo amor, digo tu nombre.
Digo tus manos, tus ojos. Digo la primera vez que nos encontramos, tantos años atrás. Digo mis nervios a flor de piel. Digo tu piel. Digo, digo, digo. Digo todo pero no te digo nada. Digo a otros que me oyen pero no me escuchan, que me miran pero no me ven. O al menos no como lo haces tú. Bruno. 
Bebo, bebo, bebo. Pero por qué y por quién. Por ti. Por ti. Por ti. Por el beso que nunca nos llegamos a dar. Por las cosas que nunca llegué ha decirte, y que se que ponunciaré. Desinhibida, de eso que no te quepa la menor duda. Borracha de palabras atascadas en una boca que besa a otros que no son tú, para mi suerte o desgracia. Otros a los que no podré querer de la misma forma en la que te quiero.