Recibí una carta anónima y no os creáis
una vez no era fácil hacerme feliz entonces.
hace mucho
ayer mismo. Sus palabras sirvieron de candil
en la más profunda oscuridad la que yo albergaba dentro.
Y ha sido un lema
por el que despertar cada mañana, Una leve chispa, un atisbo de luz
un aroma en cada esquina, en un túnel que no solo no tenía salida,
que, como tu canción preferida tampoco entrada.
nunca te abandona.
Llevo queriendo conocer
La primera vez a quien me convirtió en flor
(y seguramente la última) y me ayudó a florecer
que me quisieron como musa en un prado sepultado bajo varias capas
pintaron una primavera del mismo frío invernal
sobre el más frío invierno. que pronto regresará.
Pero ya no a mí.
Y no podéis hablar de poesía
y obviarle a él, o a ella, o a quien quiera Algún día descubriré a quien era,
que supiera hacerme feliz quien habrá sido siempre.
con apenas unas cuantas palabras. quien me rompió
como si aún pudiera romperme mas
y me curó
como si aún pudiera salvarme.