This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Aquel 15 de agosto

Estábamos solos. Eramos dos almas solitarias dentro del mismo antro de música de segunda mano. Las casualidades de la vida nos llevaron a ambos a aquel mismo disco, a hablar durante horas sobre aquel desconocido cantante. ¿Que hacía un chico como tú en un lugar como ese? Te habrías preguntado lo mismo sobre mí, no es normal encontrar a alguien un quince de agosto por las agonizantes calles de ciudad. Un guiño de ojos, esa medía sonrisa, tu extraño gusto musical,  tus cabellos rubios bañados por el sol , tus ojos azules. Todo encajaba en un puzzle de piezas cuadradas.   Por primera vez en mí vida, tiempo no me faltaba, bueno puede que sí, pero no era consciente de las agujas del reloj. Un café, es a todo lo que pensé que llegaríamos,pero todo un día contigo era demasiado, más de lo que soñé, y es que eso era un sueño, era algo intangible, ilógico. ¿Cómo pudimos llegar a conocernos el uno al otro en 12 horas? ¿Cómo pude abrirme tanto a ti, a tu sonrisa? 
Entonces llegó la conciencia, la racionalidad. El reloj de la plaza  marcaba las 22:22. "Pide un deseo pensé" y aunque no creo en esas cosas, que se detuviera el tiempo era lo único que se me ocurría, lo único que deseaba.  Pero no, el tiempo no para por nadie, no espera.  Por eso lo prometimos, vernos en el mismo sitio, en seis meses, y cumpliremos nuestra promesa. 
S.

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Cartas o puñales?

Y mientras estas palabras emanan de mí, mientras son mis manos las que guían mi cerebro y no al revés, aquí estoy yo. Llorando. Desahogándome. Muriendo por dentro. De tristeza, de melancolía, de felicidad y de añoranza al mismo tiempo aunque parezca completamente imposible.

No creo que haya nadie en la faz de la tierra capaz de amar y detestar tanto recibir cartas. Vivimos en una sociedad en el que las palabras han perdido fuerza, poder y sentido. Las olvidamos, las desgastamos y las desaprovechamos. Cuando lo único que tenemos es eso, palabras. No tenemos tiempo. No tenemos vida. No tenemos ni siquiera amor si no tenemos palabras. No nos tenemos ni a nosotros mismos. 

Las culpables de mis lágrimas son las cartas que hoy he recibido, con un único destinatario, con tres dibujos, con mil ochenta y cinco  maneras de destrozarme, de desgarrarme. Cartas de personas que me recuerdan a mi oscuridad, a mi tristeza y mi miedo, pero que al mismo tiempo quiero y querré con todo mi corazón. Personas a las que tuve que abandonar para reencontrarme a mí misma, pero siento que las perdí y me perdí, y ahora sí que estoy sola. Sola y sin fuerzas. Sola y con mil cartas encima de la mesa. Sola y con mis lágrimas, con los sueños que tenía aquel septiembre y que el otoño se llevo con él. Sinceramente, no sé ni que escribir. Ni qué pensar. Las frases, las palabras... cada una retumba en mi cabeza sin dejarme en paz. Cartas. Cartas a mí, o a la que era. A la que fui una vez y siento que ya nunca recuperaré.


Sábado 9 de diciembre del 2012:

A sí que ya sabes, te toca ser fuerte y aguantar, yo sé que tu puedes, eres la persona más fuerte que he conocido. Sé que ser fuerte es agotador y que es más sencillo rendirse, pero a veces hay que sacar las fuerzas de donde no las hay. 

Te lo mereces todo y espero volverte a ver. 


S.





 Why isn’t this the most famous photo from 9/11 instead of the falling man? isn’t two people holding hands after jumping more significant than one man? It makes me wonder what the story is behind this photo, were they friends or lovers? or just strangers who were too scared to jump alone? it shows that people need a helping hand even in their final moments. I for one think they were strangers. Sometimes it’s easier to care for a stranger, how else would they have found the courage to not only jump, but to look into someone’s eyes and jump. I don’t think I could have done that if I knew the person well.





S.

jueves, 26 de septiembre de 2013

{Esperar a alguien en la vía de tren. Ese es el destino}

Giraba la cucharilla de café en el sentido de las agujas del reloj. Inconscientemente. De la misma manera que agitaba la pierna, nerviosa, indecisa, dubitativa. Esperanzada. Esperada.
"Esperar a alguien en la vía de tren. Ese es el destino"
Y no el del trayecto, sino el de su vida. Su vida que hacía años había descarrilado por una vía abandonada, a la deriva, en medio de ninguna parte. En todos sitios. Todo a la vez, y nada en cada uno de los granos de azúcar que muy lentamente se deshacían, bailando, mezclándose, fusionándose con la cafeína de la misma manera que un día ella se fusionó con él. Con cada ápice de su cuerpo, hasta perder la cordura. Tan ingenua como para creer que él, hoy, volvería. Vendría, y no se iría. Jamás.
Ingenua. Inconsciente. Ilusa.

O al menos es lo que pensé, hasta que el reloj de "Westbahnhof" se paró. Al igual que su corazón. Crash. Mil y un pedazos, su taza de café y mi incredulidad. Ambas se rompieron. La concurrida estación paró su ajetreado vaivén para observar aquella taza (o lo que quedaba de ella) y, por supuesto, a aquella pareja de enamorados que, hoy, volvían a encontrarse.

Nadie sabe hasta cuando, y ¿a caso importa?

S.

Le conozco mejor que su almohada, imagínate.


{tú, pequeño desastre}

Haberte llamado persona habría sido menospreciar a toda la especie, o simplemente a ti. Porque ni tu eres humano, ni ellos son tú. Y aún me pregunto que es peor. ¿No respirar o no tener tu sonrisa? ¿No poder amar o no amar jamás de la forma en la que sólo tu puedes hacerlo? ¿No reír o no llorar tus lágrimas?
 Oh si, tú, pequeño desastre, pequeña equivocación, para cualquiera, para todos. Menos para alguien.

S.

sábado, 21 de septiembre de 2013


Hay palabras que nunca seré capaz de decir en voz alta y por eso, a día de hoy, las escribo. Hay veces incluso que mi cabeza me grita por un suspiro y yo le respondo indignada que, robándomelos tu cómo voy a tener suficiente como para regalarlos.
Al escribirlas, quedan guardadas para siempre. Una vez leí en un buen libro que escribir no resucita, entierra. Y qué más dará morir una vez más, echar tierra al asunto y hacer como que soy sin ti, si con solo leerme y verte entre mis letras consigo resurgir un poco más cada día. Menuda estupidez, ¿no crees? Tener miedo a darles voz cuando les doy vida al plasmarlas en un papel.Y cada vez que son leídas, es un pedazo de mí misma que regalo para darles alimento y no sufrir bajas por necesidad. 
Aunque tengo que admitir que hay momentos de debilidad que no soy capaz de contenerme y te digo que te quiero. Ojalá tuviera esa facilidad para decirte todo lo que escribo al oído, pero perdería sentido lo que no está en mis palabras y se encuentra escondido entre paréntesis. Aquello por lo que suplico para que nadie entienda (y sin embargo cruzo los dedos para que me fallen y tú lo sepas).
Una vez le hablé a mi hermana pequeña del amor ante su inmensa curiosidad y no nombre tu sonrisa. Recuerdo que en ese momento pensaba, que amor abarcaba mucho más que un beso de buenas noches. Le hablé de libros, películas, amistad, de los buenos momentos, del cariño de una madre... pero no dije tu nombre.Creo que ese pequeño secreto quería guardármelo para mí y solo vivirlo (o mejor dicho vivirte) yo. 

Amor eres tú.


Tanto si es conmigo, como sin mí. Aunque no podría decir lo mismo de mi misma.Te escribo, luego existo. Y cada palabra que plasmo tiene de subtítulo tu nombre.