This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Esta vez estoy segura de que ya no podré. Han sido demasiadas veces y sé de sobra que esta no será ni mucho menos la última. Dicen que lo malo siempre le ocurre a quien menos lo merece y yo ya ni sé si merezco o no esta situación. Y ya no me importa. Estoy harta. Solo quiero terminar con todo y con todos. Con aquello que me mata segundo a segundo. Mi cabeza. Ese es su refugio, el de tantos y tantos monstruos que amenazan con terminar conmigo. Y es que ellos son mas fuertes que el hierro, que mi propio orgullo. El secreto de su fuerza reside en que están hechos de miedo, de odio, de dolor. De mi miedo a vivir, de mi odio al reflejo, al espejo. De mi propio dolor. El mismo que ahora, a estas alturas de mi vida, me demuestra que, una vez más, da igual a donde vaya, donde trate de huir. 1922,63 kilómetros no fueron suficiente distancia para alejarme de él. Es peor aún, vino, me encontró, y me castigó de la peor manera que alguien podía hacerlo, dañándome desde lo más profundo de mi interior, obligándome a perderme a mí misma y todo en lo que creía. Dejándome sola, con frío, con muchísimo frío y miedos. Sola con los monstruos.

S.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Tenía esperanzas. Tenía sueños. Tenía un futuro por delante que me esperaba, ahí estaba solo por y para mí, aguardando a que llegara la hora en la que yo dejaría todo atrás y brillaría como siempre debí hacerlo. No podía esperar a que aquello ocurriera, a que aquel ansiado futuro que tan maravilloso iba a ser se convirtiera en un presente en el que vivir, en el que soñar y en el que, después de tanto tiempo, por fin ser feliz. Pero nada es como espero. Nada está a la altura de mis expectativas y, puede, que de alguna manera, sea yo la que no llega a la altura. La distancia, la añoranza, el cambio... todo aquello aumentó el infierno en el que ya vivía, en vez de arrancarlo de mi como yo esperé que hiciera. Creció y creció, hasta convertirse en un horror, una forma de vida a la que aún no sé como he llegado. ¿Cuándo dejó de importarme el interior? La belleza no es más que algo pasajero como caducan las hojas de un árbol. Y es que, este otoño, seré yo la que me marchite con ellas...



S, marchita.