This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

martes, 21 de abril de 2015

viernes, 17 de abril de 2015

Eres la definición de vida.

Todos, y cada uno de nosotros
estamos bajo las mismas estrellas.
Pero por suerte, y por desgracia, 
no todos tienen la suerte de coincidir con una
que les ilumine el camino
en un mundo tan apagado
como en el que nos ha tocado vivir.

Los hay que los llaman estrellas,
o diamantes, o suerte.
Esa jodida suerte de que la vida te ponga por delante
a personas que te hacen se mejor cada mañana
que te demuestran que merece la pena serlo.

Siempre he dicho, y siempre diré
que la vida no ha sido buena conmigo.
Los hay que piensan que la vida no nos da nada que no podamos soportar
pero no creo que sea cierto.
Creo que, a cambio, nos da personas con las que superar
cada puto obstáculo. Cada maldita piedra en el camino.

"Cada ochenta o noventa perlas
aparece un diamante.
Un diamante, para que me entiendas,
es una de esas personas que se hace tan básica
y tan importante en tu vida
que parece creada únicamente para ti." 

Que sabio Albert Espinosa.
Me recuerda tanto a ti.
Os brillan los ojos de forma parecida, aunque nunca serás consciente de ello.
De lo felices que nos haces con una sonrisa.

Eres la definición de lo que se consigue con esfuerzo,
con fe
con risa.
Eres la definición de vida.
Y que vida más bonita.



"Hay cosas que ni se compran ni se venden"
Mi madre.

jueves, 16 de abril de 2015

Ojalá llegue el día en el que dejemos de tener esta conversación con la otra del espejo a diario. 
Ojalá.




lunes, 6 de abril de 2015

No era como decían los libros




Yo estuve en el infierno
y hacía mucho frío.

Satanás era una cabeza
sin razón
aunque yo eso 
no lo sabía.

Hacía tanto frío
que me quemaba.
Y todo terminó oliendo a carne
y a sangre.
A todo menos a ti
que por suerte
nunca has estado 
en el subsuelo.

Allí donde las horas eran días
y los días recuerdos
de días mejores.
De vidas mejores.
De, al menos, vida.

Yo estuve en el infierno
y no era como decían los libros.

Nadie llevaba cadenas
o al menos, no las que se veían.

Nadie lloraba.
No había fuerzas ni siquiera para eso.

miércoles, 1 de abril de 2015

Tercera condicional del verbo tú.

Me gusta imaginar como habría sido nuestra vida de habernos conocido. Imagínate. Si yo hubiera ido a la cafetería a la que tu solías ir los lunes por la mañana. La misma en la que te pedías aquel "corto de café por favor" mientras sonreías a la camarera que tan loco te volvía. Quizás yo te hubiera vuelto tan loco como ella. Puede que sencillamente, verme sentada en la mesa de enfrente, con mi "café au lait" y con alguno de mis libros te hiciera darte cuenta de que nos parecíamos más de lo que tu creías. 
Puede que un lunes la cafetería cerrara y tú y yo nos quedáramos en la puerta, sin saber que hacer. Viviríamos tan ahogados por la monotonía que seriamos incapaces de estar sin ella, por mucho que la odiemos. Al igual que las reglas. ¿No se supone que somos libres? ¿Y toda nuestra triste libertad? ¿Cuando fue la ultima vez que cometimos una locura, algo indebido y fuera de lo común? A lo mejor iríamos a tu casa a romper todas las reglas habidas y por haber, a romper todos los patrones y todas las promesas, intentando no rompernos el corazón por el camino. 
Besándonos. Amar sería una palabra demasiado peligrosa para nosotros. Dos extraños que los lunes por la mañana, se vuelven distintos, mejores. Y, ¿acaso no se trata de eso? ¿De encontrar a alguien que te haga mejor día a día, o en nuestro caso, lunes a lunes? 
Le perderíamos el odio al primer día de la semana, estaríamos deseando que terminara ese largo fin de semana, para volver a vernos, rodeados de libros que estudiar, cafeína que inyectarnos y palabras que decirnos. Pero en vez de eso, nos asustaríamos. O mejor, nos asustamos. 




Por eso, que aún no he ido a esa cafetería ningún día por la mañana, que aún no te he visto mirar a la camarera, que no he visto tú café, tus ojos verdes, tu sonrisa. Aún que no me has echo suspender exámenes y perder la cabeza. Ahora que puedo, prefiero no sufrir. Prefiero no ir. Prefiero vivir la vida común, siguiendo las normas, los patrones. Siendo la que todos esperan que sea. O al menos, de eso intento convencerme, ¿tú no? 

Me daría miedo, y te aseguro que ese miedo es mucho peor que echar de menos algo que no ha sucedido.

Que disfrutes de tu "corto de café" y de tú vida.


S, como siempre.