This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Un veinticinco de septiembre como otro cualquiera.

Para ti de mí:

Ella se mira al espejo
y ve un precipicio en el vicio inconfesable de odiar su físico.
Siente que su pecho va a estallar, que todo su mundo va a estallar.
Tiene un grito atrapado en la garganta que no le deja gritar,
una mirada preciosa en los ojos que oculta
debajo de una mentira que le ha echo creer esta sociedad.
Nadie la entiende, solo quier mirarse y no ver el desastre hecho cuerpo.
Quiere ser la artista, la musa, la excusa de alguien para retratarla en un lienzo.


Y empiezan a fallarle las fuerzas.
Piensa que no es una niña valiente
porque su cabeza solo le miente.
Ella no sabe que su risa es mi música preferida
que sus ojos son como dos soles
y que vendería mi pecho por volver a verla como antes.

Quiero recuperar esa niña que regalaba abrazos
que no era retazos
de lo que esta sociedad nos ha querido vender.
Esa niña con su risa risueña que soñaba con volar y que jugaba a ser princesa.
Esa niña tan joven y tan bonita, joder, ¿cuantísima primavera llevas dentro?
¿qué hay que hacer para cerrarte los ojos y que te veas por dentro?

Y te olvides del mundo, de las personas que te llevaron a esta sepultura.
Dime, dime que hay que hacer para terminar con esta mierda que te está consumiendo.
Cielo, ya sabes que yo nunca miento
y sólo un imbécil no te miraría como una flor,
floreciendo.
Fuiste tú, y serás siempre, la flor más bonita.

Para todos aquellos que son poesía sin saberlo. Para tí.

Quiérete que si pudiera ya lo hacía yo.
F.G.



domingo, 28 de septiembre de 2014

No sabemos ser felices
y ese es nuestro gran problema.

Hemos pasado tanto tiempo
estando, que no siendo, tristes
que cuando acariciamos el éxtasis
con las yemas de los dedos
rompemos a llorar
porque es a lo que nos hemos acostumbrado.
A llorar.

No sabemos ser felices
y ese es nuestro gran problema.

Porque confundimos
amor y distancia
olvido y deseo
caricias y puñales.

Y qué culpa vamos a tener nosotros
que hicimos lo mejor que pudimos
con lo poco que tuvimos.
Que nos curamos las heridas
sin saber de medicina.
Saturando.
Desangrando.
Y cosiendo con los mismos alambres
con los que una vez construimos la vaya
entorno a nuestros corazones.

Por miedo.
Ingenuos.
Insensatos.

S.

sábado, 27 de septiembre de 2014

En un bar de cuyo nombre no quiero acordarme.

Deberíais haberle visto.
Con ese sombrero tan peculiar y esa sonrisa
de las que ni con mil palabras bastarían
para que entendierais cuanto salva.
Como sus palabras.

Se me acercó con cara de
¿por qué una chica así aquí?
Desentonando. Como siempre.
Tan yo.
Aún me pregunto si fue el té o si fue él
pero mi fiebre y mi tristeza se marchitaron
como las hojas del otoño que acaba de empezar,
las hojas que no hemos escrito aún.
Las del calendario.

Me tembló la voz
y las manos
y el cuerpo entero.
Por temblar me temblaban hasta los suspiros
y si hubiese sido capaz de llorar
os prometo que también habrían temblado mis lágrimas.

Pero solo fui capaz de sonreír.
Como hacemos todos
a veces, a bocas.



S.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Me creí tus "incondicionales".

Hablan de caretas y no se dan cuenta que no la hay mejor que la que nunca se despega. Que lo suyo son cutres antifaces en comparación, y que el mejor mago no es el más magia hace, sino el que mejor te engaña.
Y si de engaños se tratase, no habría premio para reconocer el trabajo de diecisiete años interpretando un personaje al que llegué a confundir conmigo. Y me perdí, como bien sabéis, porque no encontraba la diferencia entre quién era y por quién había tratado de hacerme pasar. Pero a estas alturas, y con tantos (d)años a mi espalda, puedo decir firmemente, mirando a los ojos al miedo a la decepción, que no os merecéis llegar a conocerme. Y no porque valga mucho, sino porque vosotros no valéis nada. Porque el daño injustificado no solo me ha destrozado, me ha reforzado.  Me ha echo comprender que nada os debo, pues nada me distéis. Esta carta no es un reproche, es un alivio. Un adiós a mis cadenas que me impedían volar. Y no es que yo pueda volar muy alto, pero vosotros no creíais que pudiera siquiera alzar el vuelo.

S.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Todo lo que sé es que es pasó y nunca va a volver, para que podamos ir a dormir, por fin.

and i can begin to forgive you for admitting the hoax instead of learning to hate you for very minute you don’t because i sit here wondering if anything you said was true and who it was that taught you to speak bullets without considering the exit wound
 tell me who 




Jamás comprenderé porqué nadie escribe nunca sobre las personas que dan pánico. Ese pánico que te hiela la sangre, te corta la respiración, que duele como si de mil cristales clavándose en tu estómago se tratase. Que abre tus pupilas hasta límites insospechados y cierra tu garganta, o la hace desaparecer, eso aún no lo sé muy bien.
Y solo tienes ganas de romper a llorar. Gritar y llorar de terror, de un miedo que no existe, que no se puede palpar, y pese a eso, ahí esta, a unos pocos centímetros de ti, como un payaso de maquillaje corrido, como todas esas mariposas de las que nunca me fié.
Aún estoy aterrada, mis manos tiemblan y no conozco mayor pavor que el de no saber que responder. Que el de intentar hablar sin voz, una y otra vez, y gritar tan fuerte que se me rompan los tímpanos y no saber si sigo gritando o si ya me callé, o me callaron, o me callaste. Porque resulta que a veces no sé si no consigo gritar o no consigo hacerme oír. (Ni siquiera pretendo hacerme escuchar, de eso hace mucho que me dí por vencida).

martes, 16 de septiembre de 2014

La última vez que el atlético de Madrid y el Olympiacos se enfrentaron mi abuelo aun vivía. Recuerdo aquel día como si de ayer se tratase, y no dehace mas de seis años.

Llevaba mi conjunto preferido y esperábamos en el andén a que el tren se dignase a venir. No serías el primero en preguntarme por qué tan extrema admiración la mía a un simple medio de transporte. Pero los días mas felices de mi vida, de una u otra manera, podrían resumirse a ellos. (¿Coincidencia? Puede.)

Hacía días que teníamos las entradas y que yo esperaba ansiosa el partido. El calderón rugió con la salida de los jugadores y yo, en mi segunda vez ahí, comprendí por qué eramos de aquel equipo. Apenas un par de minutos y habíamos metido el primer gol. Recuerdo como gritaba mi abuelo, la manera en la que le brillaban los ojos, vivos. Si solo por un instante pudiera volver hay tantas cosas que haría, que diría... Tantas que, paradójicamente, podrían resumirse en un abrazo.

Hoy, el marcador no ha estado de nuestra parte, y en estos seis años, la vida tampoco.
Hoy vuelven a enfrentarse los dos equipos, pero mi abuelo y no está aquí, y la Sophie de hace seis años, tampoco.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Me creo poeta
porque escribo en versos cortos
y no por poder ver tras la careta
que esconde a tus ojos.

Y no me tiembla la voz al decir
que si por mí fuera 
jamás volvería a huir. 
























Te entiendo. No creo que existan dos palabras tan perfectas y a la vez tan mentirosas. Me recuerdan tanto a tí.




¿Conocería él  los deja vú? Supongo que sí, pero ella no llegaría a saberlo. Había pasado bastante tiempo desde que aquel frío invierno encendió la chispa en su pequeño  corazón apagado. Ya casi lo había olvidado, hasta que se subió a ese sucio bus y encontró esa marchita rosa blanca. En aquel segundo las lagunas de su mente desaparecieron.No pudo evitar cojerla, olerla, volver a emocionarse. Recordó como, juntos, abrazados, habían encontrado una parecida en un oscuro callejón, solo que esa estaba intacta. Él la cojió, la sonrió y se la dio, y así caminaron durante horas. Pensando en de donde vendría esa rosa, que historias guardaría, que besos habría visto, de quienes, cuantas lágrimas habría causado, habrían sido de felicidad o tal vez no.. No tengo derecho a opinar, porque no estuve ahí, pero diría que el día de ella se podría resumir en una suma interminable de autobuses, donde todos la miraban, tratando de entender de donde venía aquella sonrisa que tanto tenía escondido. Puede que se hicieran una idea al ver la rosa, o puede que no, quien sabe. Lo que sé, es que ella no podía llegar a casa con la rosa, no podía, y ¿cuál era la mejor manera de deshacerse de ella?. Tuvo mucho tiempo para pensarlo, muchas horas y, es probable que si no hubiera estado tan sumida en aquellos pensamientos, habría visto como la miraba el chico que tenía al detrás, era guapo, nadie podría habérmelo negado. Finalmente decidió dejarla en el asiento, bajarse y que, ojalá, significara tanto para otra persona como había significado para ella. Así que así lo hizo, esperó a que la puerta se abriera y se bajó, y fue entonces cuando escuchó aquella voz por primera vez, se giró y se quitó los auriculares. "Perdona, se te olvidaba" le decía el chico con una sonrisa y la rosa en la mano. Ella sonrió y pronunció gracias con los labios. Era una sonrisa extraña, guardaba demasiados sentimientos. Así que dejó la rosa encima de la basura que tenía mas a mano, esperando recordar todo eso cada vez que pasara por ahí. 

Si algún día encuentras una rosa, sea donde sea, puede que fuera la suya. No lo sabremos, pero te aseguro que habrá significado algo para alguien. 
 
S.