He leído más libros de poesía mirando una décima de segundo sus ojos que en diecisiete años vagando entre librerías.
He escuchado de su boca más recitales de los que jamás se llegarán a pronunciar en todos los bares de mala muerte.
He bailado más tangos en sus manos de los que nunca se bailarán en Buenos Aires.
Y me he perdido más veces en sus lunares que en todas las miradas de Gran Vía.
He vivido a la sombra de un tatuaje.
Así, como lo oyes.
Uno o varios, depende si sólo contamos los de la piel.
Depende.
Depende de muchas cosas.
S