This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

martes, 21 de mayo de 2013

Sin prisa.

-¿Sabes cual es mi momento del día?
Prométeme que no te reirás, solo a ti te lo confesaré. ¿Conoces esa sensación?, la  de estar aún mas dormido que despierto, calentito, sintiendo los pies rozando las suaves sábanas blancas, tu pelo despeinado por esa almohada que te conoce mejor de lo que tú lo harás jamas. Tu despertador aún no ha sonado, tu mente aún no ha despertado, tus ojos entreabiertos, tu respiración profunda...

Unos rayos de sol entran por la ventana, entre los boquetes de la persiana, y acarician tu rostro, bañándolo de ese rojizo tan peculiar de los amaneceres sureños. Esa sensación. La que tienes cuando sabes que pese a que el sol poco a poco sale de su escondite tú no tenes por qué hacerlo, puedes seguir en tu refugio aún un rato más. En apenas un par de minutos la vida te llamara, la rutina, la prisa, las apariencias, hasta ese personaje que te toque ser hoy se apoderará de ti para que lo interpretes un día más. Pero hasta entonces, los minutos convertidos en segundos eternos, segundos que vives sabiendo que solo durarán eso, segundos, son lo más parecido a la felicidad que he vivido jamás. Cada día la misma sensación, el mismo regalo que me hace el mundo para compensar mi desastrosa existencia. Y es que ojalá pudiese hacerlo, pudiese parar el mundo en uno de esos segundos, en los qué aún puedo dormir un poco más, en el que no hay prisa, no hay miedos, exigencias, errores o arrepentimientos.

Ese momento, mi momento. 


S.


jueves, 9 de mayo de 2013

A letter to myself. (IV-V-XIII)

Hoy es el día, el gran día. El día que llevo esperando seis meses. Seis eternos meses que podría resumir en mi enfermedad, en mi cabeza, en mis médicos y en mi miedo. Seis meses terribles, pero todo comenzó aquí. En el mismo lugar al que hoy voy, tanto tiempo después. El sitio al que este avión me lleva. El sitio al qué mi corazón ansia llegar, mientras que mi cabeza dice no tras no. Recordándome una y otra vez los malos momentos, obligándome a obviar los buenos. Pero por primera vez esa constante guerra cabeza-corazón tiene como ganador a este último, así que, a tantísimos metros de altura, he tomado la decisión, he pactado la promesa, otra vez, conmigo misma.
¿Recuerdas la promesa que hice este verano? Lo que me costó cumplirla, pero lo hice. Lo supere. Me supere. Y sino mira mis cicatrices, esas que no están en la piel. Y con un poco de suerte esta promesa no me dejara desangrándome por dentro como la última vez, porque tonta de mi, las sonrisas no son tiritas, no podían curarme. No lo hicieron.


S.