Ayer bebí hasta olvidar por qué bebía. Y hasta recordarte. No sé qué es peor.
Bebí para no acordarme que eres para mí, y no mío. Y ojalá todo lo contrario.
La última vez que bebí para olvidarte, acabé olvidando que bebía. A veces el amor se olvida de que existes, y cuando digo amor, digo tu nombre.
Digo tus manos, tus ojos. Digo la primera vez que nos encontramos, tantos años atrás. Digo mis nervios a flor de piel. Digo tu piel. Digo, digo, digo. Digo todo pero no te digo nada. Digo a otros que me oyen pero no me escuchan, que me miran pero no me ven. O al menos no como lo haces tú. Bruno.
Digo tus manos, tus ojos. Digo la primera vez que nos encontramos, tantos años atrás. Digo mis nervios a flor de piel. Digo tu piel. Digo, digo, digo. Digo todo pero no te digo nada. Digo a otros que me oyen pero no me escuchan, que me miran pero no me ven. O al menos no como lo haces tú. Bruno.
Bebo, bebo, bebo. Pero por qué y por quién. Por ti. Por ti. Por ti. Por el beso que nunca nos llegamos a dar. Por las cosas que nunca llegué ha decirte, y que se que ponunciaré. Desinhibida, de eso que no te quepa la menor duda. Borracha de palabras atascadas en una boca que besa a otros que no son tú, para mi suerte o desgracia. Otros a los que no podré querer de la misma forma en la que te quiero.