This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Ella odiaba tanto el tiempo que se pintaba relojes en las muñecas para creer que no pasaba.

Febrero siempre tan frío, tan como su corazón. El de ella. El mismo que aquella tarde deambulaba por las calles de aquella pequeña ciudad. 
De haberla conocido sabríais el amor que guardaba a los libros de segunda mano. A los ya vividos por otros. A las portadas roídas. A las contraportadas escritas. Tenía la triste teoría que un libro leído, guarda más historias que las que hay escritas en su papel, en sus hojas. Pensaba que en cada esquina doblada de cada una de las páginas, había mil y un motivos por los que dejar de leer, y empezar a vivir. 

Hacía frío y llovía esa tarde invernal. Era como si el destino confabulase para que ella encontrara aquella minúscula librería de la Rue Sorel. Entró suavemente para no molestar a la anciana que colocaba unos ejemplares en la estantería del fondo. Era un sitio bastante extraño, como si no hubiese cambiado en los últimos sesenta años ( y puede que no lo hubiera hecho).

A su izquierda, a parte de su corazón, había un montón de libros y fotografías desgastadas. Se acercó a ojearlos a la vez que escuchaba como, poco a poco, cesaba de llover. 
Dicen por ahí que " Antes de que la tormenta desencadene toda su furia, hay unos minutos de silencio. Así como antes del tsunami la marea baja, o antes de morirse el enfermo está, por un instante, mucho mejor". De haberlo sabido ella, habría esperado lo peor de aquellas gotas que ya no caían. Pero estaba demasiado ensimismada en vidas que no eran la suya, en fotografías que almacenaban más historias que todas las páginas dobladas de todos los libros habidos y por haber.

Entonces, la tormenta comenzó. Su corazón dio un vuelco al leer aquel título en la portada de uno de los libros amontonados. 
Lo conocía perfectamente. Como para no hacerlo. 
Dubitativa, pensó si abrirlo o no. Si arriesgarse o salir corriendo. Y ojalá hubiese hecho eso ultimo. Sin embargo la curiosidad mató al gato, y ella sin su gato, no era nada. 
Leslie Leclerc-  été 1986. 

Avec l'amour, votre grand-père.
Abrir el libro fue abrir su alma. Fue descubrir que el libro era suyo, pero ella no era suya nunca más. Hacía mucho que se había perdido. Era como una tabla de madera para un naufrago. Una salvación y a la vez una condena, podría salvarle, o mantenerle con vida unas angustiosas horas de más. 

Tenía seis años cuando le regaló ese libro. Y tenía seis años el día que lo perdió. El día que el cielo se tornó de oscuro sin hacerse de noche. El día que huyó por primera vez, abandonando todo por el camino. Camino que la había llevado a abandonarse a sí misma. 

S.