Descolgué el teléfono esperando que fuera cualquiera, imaginando a mil y una posibles personas al otro lado de la línea.Todos menos tu.Ojalá nunca hubieras llamado y ojalá lo hubieras hecho siempre, al menos, mucho antes, no ahora, no tan tarde. Tarde para todo.
Si algo he aprendido en este tiempo sin ti, es a hacerme fuerte, a no necesitarte, a comprender que no importan los motivos por los que me dejaste de querer, sino por los que no te mereces mi cariño.
Hasta oír tu voz, aún tenía la esperanza de que volvieras, de que cambiaras y ocuparas el lugar que siempre te correspondió, aquí, a mi lado, muy muy cerca.
Pero entonces, todos los esquemas de mi cabeza se rompieron en mil pedazos y dieron lugar a este vacío en el estómago, a esta inseguridad que ni yo sabía que aún conservaba . A estas ganas de correr, de huir. Empaquetar lo imprescindible y marcharme sin jamás mirar atrás, allí donde ni yo misma pudiera encontrarme.
Por si no había quedado claro, el amor que aquí describo
nada tiene que ver con el de una pareja de enamorados
ni muchisimo menos.