De pie en el umbral de la puerta de tu cocina,
fumando otro cigarrillo,
te miro mientras preparas una taza de café.
Tu pelo hacia atrás,
aún húmedo de la ducha
y tu cara limpia
sin el maquillaje de anoche.
...
Los dos descalzos.
Los dos callados.
Los dos con resaca
de la noche anterior
y agotados de
hablar y discutir
y hablar y discutir
todo el día.
Anoche todo era fácil,
cuando estábamos borrachos
y calientes
y todo en el mundo tenía sentido.
Mañana por la mañana
tengo que volver a casa
y no sé si quieres que me quede
o me vaya
y, quizás, tú tampoco lo sepas.
Veo a lo lejos una tormenta de relámpagos
en el cielo púrpura del atardecer
y escucho la lluvia suave
contra el tejado.
Nos miramos el uno al otro
desde los extremos de la cocina,
sin decir nada
y apartamos la vista.
Pienso en un antiguo blues
y lo canto para mí,
Quiero abrazarte, nena,
pero no sé qué decir.
Quiero besarte, nena,
pero temo que me rechaces.
y quisiera que pudieras oírme
y quisiera poder oír el blues
que cantas para ti.
"Dave Alvin." S.