No sería propio de mi, en una fecha tan señalada como esta, no blasfemar sobre el tiempo, la distancia, el olvido, y el resto de cosas que yo o cualquiera detesta.
Supongo que me tenéis por una infeliz, caprichosa, inconformista que no hace más que quejarse una y otra vez. En versos, porque es más fácil y duele menos.
Así que seguramente también me tengáis por una cobarde. Una ingenua. Una desagradecida que bajo el cielo gris de esta ciudad es incapaz de darse cuenta de la suerte que tiene de tener todo lo que pueda querer.
Pero es en este sucio autobús roído por el paso del tiempo y los mil y un pasajeros que por el han transitado, cuando me pregunto de qué servirá tener todo cuanto deseas cuando no tienes lo que necesitas.
Así como un vagabundo con una nevera vacía.
Déjadme. Son fechas duras para cualquiera.
Duras para olvidar, y todavía más para recordar.
Tratad de ser felices.
S.