This is for anyone with the broken heart.For anyone who cant get out of bed.

lunes, 22 de agosto de 2016

Crónica de una noche en Starlite.


Ni cuarenta y ocho horas llevaba de vuelta
y ya estaba rodeada de lujos y  comodidades.
Cambié Tala por Marbella
y las fiestas con té y pan
por la frivolidad de lugares llenos de gente
y vacíos de personas
cuya única preocupación era dinero y sexo.
Sexo y dinero.
Y yo quería vomitarles encima
todas esas palabras que aún no consigo pronunciar.
Terminé por tenerles pena.

Ellos no han visto con mis ojos.
No han bañado a Ndinda en el suelo de St Francis
ni han corrido tras Mbatha hasta quedarse sin aliento.
Ellos no vieron a Bryan intentando caminar,
la desesperanza en los ojos de Ndambuki
ni a Kimeu llorar.
Ellos ni siquiera han bailado con Samuel
o han hecho carreras de maletas con Jacob.
Ellos nunca besarán buenas noche a Emmanuel
ni harán reír a Erik.
Cuánto lo siento por vosotros.

Viví una noche en shock
a la espera de sentirme de vuelta en casa
o de que las ganas de llorar desaparecieran,
¿Qué hago aquí?
¿Qué hago si "mi vida" ya no la siento mía?

África me ha robado
la posibilidad de ser mediocre.
Siempre creí que en esa mediocridad
se escondía el secreto de la felicidad,
y luchaba contra mí misma por alcanzarla.

África me ha robado
la posibilidad de vivir una vida que no me llena,
de esconderme tras una careta
que termine confundiendo conmigo.

Ya nunca podré ser la clase de persona
que piensa como sus padres
porque plantearse las cosas es muy duro,
de esas que sueñan con bolsos caros,
coches de infarto y maridos con escala social.

Ya nunca podré ser del Madrid, odiar a los refugiados
y morirme si me sale un hijo homosexual.

África me ha quitado la posibilidad
de ser esa clase de persona
que siempre he odiado.
Y gracias.


Ser mediocre nunca estuvo hecho para mí.