Cada casa, un color. Cada puerta, un mundo. Qué
bonita era aquella ciudad, más que nunca en primavera. Las lluvias torrenciales
que asolaron el invierno anterior regaron las flores y plantas que hoy
florecían. Era así como si lo qué una vez las mató, hoy las devolviera la vida.
Como si las ayudara a resurgir de sus cenizas para hacerlas todavía más
hermosas. Más fuertes para enfrentarse a la próxima tormenta. Que seguro,
llegaría.
S.