para escribírtelo a ti,
a tus escaleras en Colón, al saco de dormir azul que no pudo contener tu alma,
al queso que nunca querías en el bocata
y al fútbol en la radio
que permitía que te evadieras
del mundo en el que vivías
día a día.
[¡Mira que terminar siendo madridista!]
Ocho años llevabas de no-vida
bajo los soportales de un banco
que vieron tu pelo tornarse cano
mirando deambular a aquellos seres
que nunca parecían verte.
Esperabas el domingo
como yo Nochebuena
cuando aún no había perdido la ilusión
(y la fe).
Hoy la he perdido del todo.
Nos jactamos de ser avanzados,
civilizados y coherentes.
Nos creemos más que los del continente de abajo
y en los portales
se nos apagan estrellas como tú.
He sentido tu frío, tu miedo
y tu tristeza.
Tranquilo, ya han acabado,
contigo.
Comentaremos el próximo partido en las alturas.