Eran niños
pero eso no calmó sus ansias de venganza.
Su lucha contra sí mismos,
contra un Dios disfrazado de diablo
que les habla al oído
y les dice; Matad. Matad en mi nombre.
Eran niños
y jugaban al fútbol.
Hoy, las porterías están vacías
y las aceras lloran
porque nadie ha salido a verlas.
Ya no queda nadie.
Han acabado con la humanidad
y han dejado a una panda de ciegos, enfermos y huecos
que derribarán todas las vallas
y sembrarán un odio allá a donde vayan
que crecerá en forma de brazos y piernas
pero nunca de ideas
Nunca de razones.
Nacerán niños pero no cerebros.
Nacerán cerebros ya sin niños.
El futuro será como una partida de ajedrez
donde no hay rey
y donde sólo
se puede perder.