y hacía mucho frío.
Satanás era una cabeza
sin razón
aunque yo eso
no lo sabía.
Hacía tanto frío
que me quemaba.
Y todo terminó oliendo a carne
y a sangre.
A todo menos a ti
que por suerte
nunca has estado
en el subsuelo.
Allí donde las horas eran días
y los días recuerdos
de días mejores.
De vidas mejores.
De, al menos, vida.
Yo estuve en el infierno
y no era como decían los libros.
Nadie llevaba cadenas
o al menos, no las que se veían.
Nadie lloraba.
No había fuerzas ni siquiera para eso.