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miércoles, 1 de abril de 2015

Tercera condicional del verbo tú.

Me gusta imaginar como habría sido nuestra vida de habernos conocido. Imagínate. Si yo hubiera ido a la cafetería a la que tu solías ir los lunes por la mañana. La misma en la que te pedías aquel "corto de café por favor" mientras sonreías a la camarera que tan loco te volvía. Quizás yo te hubiera vuelto tan loco como ella. Puede que sencillamente, verme sentada en la mesa de enfrente, con mi "café au lait" y con alguno de mis libros te hiciera darte cuenta de que nos parecíamos más de lo que tu creías. 
Puede que un lunes la cafetería cerrara y tú y yo nos quedáramos en la puerta, sin saber que hacer. Viviríamos tan ahogados por la monotonía que seriamos incapaces de estar sin ella, por mucho que la odiemos. Al igual que las reglas. ¿No se supone que somos libres? ¿Y toda nuestra triste libertad? ¿Cuando fue la ultima vez que cometimos una locura, algo indebido y fuera de lo común? A lo mejor iríamos a tu casa a romper todas las reglas habidas y por haber, a romper todos los patrones y todas las promesas, intentando no rompernos el corazón por el camino. 
Besándonos. Amar sería una palabra demasiado peligrosa para nosotros. Dos extraños que los lunes por la mañana, se vuelven distintos, mejores. Y, ¿acaso no se trata de eso? ¿De encontrar a alguien que te haga mejor día a día, o en nuestro caso, lunes a lunes? 
Le perderíamos el odio al primer día de la semana, estaríamos deseando que terminara ese largo fin de semana, para volver a vernos, rodeados de libros que estudiar, cafeína que inyectarnos y palabras que decirnos. Pero en vez de eso, nos asustaríamos. O mejor, nos asustamos. 




Por eso, que aún no he ido a esa cafetería ningún día por la mañana, que aún no te he visto mirar a la camarera, que no he visto tú café, tus ojos verdes, tu sonrisa. Aún que no me has echo suspender exámenes y perder la cabeza. Ahora que puedo, prefiero no sufrir. Prefiero no ir. Prefiero vivir la vida común, siguiendo las normas, los patrones. Siendo la que todos esperan que sea. O al menos, de eso intento convencerme, ¿tú no? 

Me daría miedo, y te aseguro que ese miedo es mucho peor que echar de menos algo que no ha sucedido.

Que disfrutes de tu "corto de café" y de tú vida.


S, como siempre.